Hace un par de semanas, el Tribunal Supremo de EEUU abría la puerta a la legalización de las apuestas deportivas, lo que cambia el esquema del juego en el país norteamericano. Los diferentes Estados se han lanzado a la carrera para preparar las infraestructuras que permitan operar a los apostantes, las competiciones deportivas tratan de protegerse ante los amaños a la vez que reclaman ciertas tasas de solidaridad…y un nuevo agente aparece en el horizonte: las tribus indias del país.
Este importante lobby reclama su derecho a tener voz y voto en el negocio de las apuestas deportivas en EEUU, según informa The New York Times. Así, la conciliación entre los gobiernos federales (que, si el Congreso se inhibe, podrían tener la potestad de regular el juego dentro de sus fronteras), se antoja como fundamental para que una apertura que se esperaba durante años no se estanque y enfríe las esperanzas de canalizar un negocio que, en el mercado negro, se ha tasado en 127.000 millones de dólares anuales.
Existe un precedente que podría sentar una base para un futuro acuerdo: la Ley de Juego Indígena, por la que se permitió a las tribus reconocidas por el Estado a ofrecer juegos de casino hace ya 30 años. En la actualidad son hasta 238 las que tienen negocios, por los que tributan un 25% a los gobiernos federales.
Algunas de las tribus que poseen casinos han comenzado a moverse para reivindicar que, de acuerdo al pacto de 1988, tienen derecho a involucrarse en el negocio de las apuestas deportivas. Es el caso de California (estado en el que los casinos de indígenas aportan casi 6.800 millones de dólares) o Connecticut, donde diferentes tribus han avisado de que se sienten amparadas por la antigua ley para ofrecer, en el futuro, apuestas deportivas.
Las autoridades estatales se han tomado la actuación indígena con recelo y con la intención de frenarla. De hecho, en algunos Estados se ve la necesidad de reformar la ley para regular el juego como una oportunidad de marcar diferencias entre la Ley del Juego indígena de 1988 y la que se redactará para la nueva situación, retirando a las tribus el derecho a operar en el mercado de las apuestas deportivas.
El enfrentamiento parece inevitable, ya que las tribus van a plantar cara esgrimiendo que la ley de 1988 les ha concedido una serie de derechos sobre el juego que, si se modifican ahora, serían violados.
En Connecticut, las tribus Mashantucket Pequot y Mohegan (que operan dos de los casinos más cotizados en la región) han exhortado a las autoridades a dialogar y permitir unas operaciones que, insisten, les son legítimas. Mientras tanto, en California las tribus se han movilizado en contra de la estrategia del asambleísta Adam Grey de cambiar las leyes del estado para arrebatarles el derecho a participar en el pastel de las apuestas y el juego. El último enfrentamiento en este territorio da una muestra de lo encarnizado del choque: la ley sobre la regulación del póker online acabó sin escribirse debido a las tensiones entre las propias tribus, y también con el resto de actores del caso.
Sin embargo, en otros Estados las cosas podrían ser más fáciles. Es el caso de los gobiernos federales que prepararon escritos de manera previa al laudo del Tribunal Supremo, en previsión de que su decisión sobre las apuestas deportivas fuese positiva. Mississippi es el ejemplo perfecto: aunque con restricciones, un escrito presentado tan solo tres días después del histórico dictamen da derecho a los casinos de las tribus a alojar terminales en los que se pueda apostar a todos los deportes permitidos. La idea, que sea realidad antes de que comience la NFL, la liga de fútbol americano, en agosto. Será la primera gran victoria de un sector deseoso de participar en el creciente pastel de las apuestas deportivas en EEUU.