“Los casos van en aumento. Si bien cerraron bingos en Capital, la gente puede hacer apuestas online o ir a lugares clandestinos”, contó a Clarín Luz Mariela Coletti,
En el Congreso tratarán hoy un proyecto que, entre otras cosas, crea un registro para evitar que ludópatas ingresen a bingos y casinos. Sólo en Capital hay 74 mil personas afectadas.
En Capital, más de 58.000 personas tienen síntomas de “juego problemático” con las máquinas tragamonedas, ruletas electrónicas, punto y banca, y póker, en bingos y casinos. Vuelven a jugar para recuperar lo perdido. En ocasiones, gastan dinero en exceso, pero que no lo cuentan ni su entorno lo percibe con facilidad. Además, en otras 16.000 personas, el cuadro avanzó hacia el “juego patológico” en el que se sufre una dependencia emocional, se pierde el control y el juego interfiere con el desarrollo de la vida cotidiana. En la provincia de Buenos Aires, el programa específico atiende a más de 500 jugadores compulsivos por año. Y los especialistas en adicciones señalan los casos van en aumento porque creció la cantidad de salas de juegos en todo el país y hay ofertas de apuestas en Internet.
El juego en exceso es un trastorno de salud mental, y un problema de salud pública. Para prevenirlo, hoy la comisión de prevención de adicciones de la Cámara de Diputados tratará un proyecto de ley nacional que fue impulsado por la diputada Gabriela Albornoz, del frente Cambia Jujuy, y consensuado con otros partidos. Hay pruebas científicas que indican que los jugadores patológicos tienen un riesgo 6 veces mayor de padecer abuso de alcohol y 4,4 veces mayor de riesgo de sufrir un trastorno por consumo de sustancias en comparación con los no jugadores. Los riesgos de depresión mayor y de ansiedad generalizada se triplican. “El juego patológico o ludopatía es una compulsión severa que evoluciona y se la reconoce como una adicción sin sustancia. Desarrolla dependencia y tolerancia, y hace que cada vez necesite jugar más dinero y con mayor frecuencia. Las pérdidas se acumulan, y se genera un estado de desesperación, desesperanza y depresión”, comentó a Clarín Verónica Mora Dubuc, médica y integrante del capítulo de juego patológico de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA).
La adicción no sólo afecta a la persona que juega. También interfiere en sus relaciones con los seres queridos. Desde junio del año pasado hasta ahora, se detectaron 120 casos de adultos que abandonaron, encerraron y hasta ataron con cadena a bebés y niños para ir a bingos y casinos por varias horas, según un relevamiento de la ONG Defendamos Argentina, a partir de denuncias en juzgados que fueron realizadas por familiares o vecinos en diferentes provincias. “Soy ludópata, no puedo controlarlo”, dijo un hombre en San Miguel, en el Conurbano, que en setiembre del año pasado no dudó en dejar a su bebé solo en un auto por más de una hora para ir a jugar al bingo.
“Los casos van en aumento. Si bien cerraron bingos en Capital, la gente puede hacer apuestas online o ir a lugares clandestinos”, contó a Clarín Luz Mariela Coletti, psicóloga y una de las directoras del centro de investigación y tratamiento de la adicción al juego Entrelazar. Con el proyecto de ley, se intenta poner límites. Si se sanciona, se abrirá un registro nacional de autoexclusión: cada persona con problemas con el juego se puede anotar voluntariamente por 6 meses. Si llegara a ir a algún salón de juego, el personal debería negarle la entrada (desde 2005, ese tipo de registro existe en la provincia de Buenos Aires). Después de 6 meses, se podría dar de baja del registro o no.
Otra medida es que se prohibirán los pagos con tarjeta de débito o de crédito y el uso de los cajeros automáticos dentro de las salas de juego, como otra manera de contener la compulsión por gastar dinero para jugar. No se permitirán las promociones o membresías especiales de estadías en hoteles por canje de fichas en salas de juego, y se dará capacitación al personal de bingos y casinos para que identifiquen a las personas en riesgo de juego patológico y las orienten para su derivación y tratamiento. También se limitarían los horarios de funcionamiento y se fijarían multas y suspensiones para las salas de juego que no cumplan con la norma.
“Da la impresión de que el proyecto de ley que se tratará es una iniciativa integral y pretende establecer una política pública para el juego patológico”, consideró Patricia Colace, psicóloga y especialista en adicciones. “Hay que tener en cuenta que no todas las personas que van a jugar son ludópatas. Pero es necesario adoptar una política pública integral porque las personas que padecen ludopatía sufren muchas complicaciones. Es necesario que el Estado los proteja y les brinde ayuda y contención. Si se sanciona la ley, las provincias deberían ejercer el poder de policía para que realmente se cumpla”.
Hace 25 años, había unos pocos casinos en la Argentina. En el año 1993 se abrió el primer bingo en Capital. Desde entonces, las salas de juego proliferaron en todo el país, y crecieron los casos problemáticos y patológicos. Cuando se diagnostican, se pueden controlar a través de terapias psicológicas, que pueden incluir a las familias. “En algunos casos, –señaló Coletti– hay antecedentes de familiares con el problema. En otros pacientes, atravesaron una situación de duelo y no la pudieron resolver en su momento”.
clarin.com