En San Rafael buscan controlar el acceso de los adictos al juego a los casinos

Uno de los fenómenos que más ha crecido en los últimos años es el de los juegos de azar, no ya las tradicionales loterías y juegos de apuesta, sino puntualmente los casinos, que han proliferado a un extremo insospechado. Lo que antes estaba reservado a las grandes ciudades turísticas, como Mar del Plata o Bariloche, hoy se encuentra en muchos pueblos y ciudades pequeñas, y en la nuestra contamos nada menos que con dos salas.

Las estadísticas marcan que en el suelo mendocino hay una maquinita tragamonedas cada 537 habitantes, pero los números nada dicen de una adicción que viene aparejada, y es la ludopatía, la adicción al juego. «Cuando una persona es adicta a excederse en algo, más que satisfacción busca el reducir un malestar interno. Le está dando un protagonismo a «algo» (alcohol, juego, comida, drogas) que es un sustitutivo artificial de otro «algo» más profundo», señalan los considerandos de un proyecto de ley que propone crear un registro de personas a excluir de los casinos, por esta enfermedad y otros casos puntuales.

Los expertos consideran distintos tipos de jugadores; el social, el patológico, el problema y el profesional. La diferencia radica en las cuantías y el control de juego que cada uno posee y desarrolla. La ludopatía no es un problema aislado, provoca la destrucción del individuo y de su entorno familiar, por esto debe ser considerada un problema de salud pública y se sostiene que debe ser atendida por todos los sectores sociales; estado, organizaciones de la sociedad civil, especialistas, empresarios del sector involucrado y la población en general.

Pero en San Rafael hay otro problema. En la capital provincial, por ejemplo, existe «Jugadores Anónimos», que anualmente recibe entre 250 a 300 jugadores que realizan consultas, comienzan tratamientos, mientras que en el departamento esa entidad no funciona. Y desde los centros de recuperación de adictos la respuesta fue lapidaria. «No hay consultas», señaló Elio García, de la Asociación Nehuen, y resaltó que «tampoco se insta a la gente a que concurra. Hoy excluirse del juego es bastante complejo, tenés que ir a uno de los casinos, por ejemplo, con un acta de escribano público», una situación realmente absurda.

Además, otro problema es que no hay ningún lugar donde comunicarse para pedir ayuda. Pese a que el número de salas de juego creció exponencialmente, ni siquiera hay un 0800 donde dirigirse para plantear la adicción. «Otro problema es que no hay ningún trabajo de prevención, todo lo contrario, se promociona el juego, incluso en ámbitos como el del deporte, que se supone que apunta a la vida sana».

Otra cosa que se resalta es que una amplia franja de los jugadores pertenece a franjas vulnerables de la sociedad. «Mucha de la gente que ves jugando es gente que gana su dinero cada día, que trabajan en changas u oficios y con ese dinero van al casino», completó García.

Los legisladores plantean Generar una política de prevención, tratamiento, control publicitario y creación de un Registro Único de Autoexcluidos del Juego. Sería un avance considerable su puesta en marcha, pero los elementos de contención, prevención y asistencia se necesitan con urgencia.

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