La fiesta armada por la gente de Palermo en el 130° del Gran Premio Nacional fue todo un éxito, las diversas propuestas para que las familias se acerquen a la hípica tuvieron muchos adeptos.
La ruta gourmet, el museo de Juan Manuel Fangio y las atracciones para los chicos resultaron convocantes al igual que el cierre de la jornada con la actuación de Los Nocheros. El objetivo y el esfuerzo de Hapsa se cumplió y es para resaltarlo.
En lo estrictamente hípico no se puede soslaya el notable triunfo de El Moisés que demostró que es el mejor de la generación. El zaino construyó una victoria, merecida, trabajo e indiscutida, brindándole su primer Nacional a un preparador como Gregoria Vivas, un profesional sencillo y humilde que demostró que cuando tiene con qué sabe lo que hace.
La carrera se hizo intensa desde el vamos y no se entendió la prematura lucha que protagonizaron en la punta Samurai Niki y Filosisimo (terminaron de los últimos), con este planteó El Moisés, con un criterioso Edwin Talaverano lo ubicó, abierto, en un expectante sexto puesto y lo mismo ocurrió con Interdetto, que venía escondido abrigado a los palos.
En la recta comenzó una nueva carrera, ya que los punteros renunciaron y temprano el que primero dominó de Interdetto, pero por afuera El Moisés también se hizo presente y se trenzó en lucha. En los 200 finales, todos lo gritos valían y nada estaba definido, porque Interdetto con un inmenso Pablo Falero no se rendía y por afuera El Moisés era estimulado por su jockey con todo lo que tenía. En los 50 finales El Moisés puso su calidad y logró una merecida victoria.
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