El campeonato mundial de fútbol ha propulsado el negocio de las apuestas, que ha conseguido récords de recaudación, según han informado las principales empresas británicas.
La final entre Alemania y Argentina consiguió que se jugasen más de 40 millones de libras (50 millones de euros) en Reino Unido, segundo país en consumo de juego tras Italia, en una clasificación en la que España ocupa el tercer lugar. La cantidad jugada en la final es un nuevo récord superando la que jugaron Chelsea y Bayern en 2012, en la que jugaba un equipo inglés.
El mayor bróker, William Hill, duplicó la cifra del anterior mundial, consiguiendo sumar más de 200 millones de libras (250 millones de euros) en apuestas durante todo el torneo. La principal razón de esta eclosión del juego es el avance tecnológico que permite apostar en tiempo real a través de un móvil. En un reciente estudio realizado en Europa se cifra en más de 13.000 millones de euros los ingresos de juego online, una cantidad que es más del doble de la de hace seis años, repartidos entre más de siete millones de consumidores.
La Comisión Europea ha esperado a que concluya el mundial, no fuera que les estropease la fiesta a las empresas, para publicar un documento en el que requiere a los 28 países miembros de la Unión para que eleven el nivel de protección de jugadores y menores, consciente del peligro de incremento de la ludopatía que supone sobre todo el juego online.
Incumplimiento de las recomendaciones sobre la Publicidad y Patrocinios
La legislación y regulación del juego está en exclusiva en manos de los Estados, pero la Comisión Europea inició en 2012 un plan de acción para conseguir un marco europeo global para los juegos de azar en línea, y las recomendaciones encajan en ese plan. Bruselas exhorta a los Estados miembros a “que realicen campañas de sensibilización con respecto a los juegos de azar y los riesgos conexos”, a que “la publicidad y patrocinio se realice de forma responsable”, entre otras cosas para proteger a los consumidores y que no lleguen al menor.
“La publicidad y el patrocinio deben ser más transparentes y responsables desde la óptica social. No deben hacerse declaraciones infundadas sobre las probabilidades de ganar, ni presión para que se juegue o sugerir que el juego resuelve problemas”, subraya la Comisión. Todas estas recomendaciones de publicidad se incumplen sistemáticamente en España, como habrá podido comprobar cualquier persona que haya vistos los programas deportivos de televisión de la madrugada. También se puede ver a muchos adolescentes con camisetas antiguas del Real Madrid con publicidad de apuestas Bwin. El sector privado en España tiene la coartada de que la propia Loterías del Estado incumple las buenas prácticas publicitarias en sus juegos de azar.
Bajo la presidencia del galáctico Florentino Pérez, el club madrileño no tuvo reparos en lucir en su camiseta durante siete años el nombre de la empresa de apuestas Bwin, que para más inri operó durante muchos año de manera alegal sin pagar impuestos. La desidia de la Administración ante el grave problema de ludopatía existente, con porcentajes superiores al 3% que la Comisión Europea cifra en sus informes, incluyendo los problemáticos, es alarmante y reprobable.
El Consejo Asesor de Juego Responsable no se ha reunido una sola vez este año
La Dirección General de Ordenación del Juego, dependiente del ministro Montoro y que encabeza el abogado del Estado, Carlos Hernández Rivera, cuenta con un Consejo Asesor de Juego Responsable, que no se ha reunido una sola vez este año, a pesar de afirmar sin rubor alguno la Dirección que el principal objetivo de la Ley del Juego es el de la “protección de los usuarios, protección de los menores y protección de los grupos vulnerables”.
En otra de las recomendaciones hace hincapié en el registro de jugadores, con el fin de que los operadores verifiquen la identidad y permita el seguimiento del comportamiento del jugador, “dando la voz de alarma si fuera necesario”. Las asociaciones de ludópatas de España llevan años reclamando a la Administración que implante el registro único de autoprohibido al juego, que actuaría a modo de incapacitación del ludópata.